sábado, 29 de mayo de 2010

Todo tiene un precio...



En el marco económico del capitalismo donde el trabajo deja de ser un derecho y se convierte en mercancía, los ciudadanos nos vemos arrojados a vender nuestra fuerza de trabajo por un salario con unas condiciones impuestas por el libre mercado. Nuestros derechos son mercantilizados y nos obligan a especializarnos, a desarrollar tareas que nos alienan, a la explotación y a la precariedad. El trabajo, elemento por definición que legitima la honra, la vida y el honor de la persona, que la convierte en un sujeto activo y participativo en la construcción de la sociedad, se ha transformado en una mercancía sujeta a la especulación del capital. Así, nuestras vidas están determinadas por los ingresos y el capital que poseemos y producimos, por lo que tenemos y por lo que gastamos...



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